Estrategias contra el estrés y su explicación neurobiológica.

Fecha: 23-10-2013 - Categoría: Salud

El estrés puede tener consecuencias negativas sobre la salud, pero no para todas las personas.

Un estudio que se prolongó a lo largo de 8 años, con 30.000 norteamericanos adultos, encontró que un nivel alto de estrés se asociaba con un incremento del 43% del riesgo de muerte entre aquellos que decían estar más estresados.
Pero sorprendentemente, este resultado fatal no se producía entre aquellas personas que, a pesar de haber experimentado un nivel alto de estrés, no pensaban que el estrés fuera dañino para la salud. Como en el “mal de ojo”, lo malo del estrés no es que lo echen sobre uno, sino que creas en él o en sus efectos.
En consecuencia, una primera estrategia contra los efectos adversos del estrés sobre la salud tiene que ver con la reestructuración cognitiva. Aprender a ver que el estrés puede ser una respuesta adaptativa y útil, que en determinadas circunstancias nos ayuda a conseguir nuestros objetivos, sería un factor de protección frente a los riesgos que entraña una visión negativa del estrés. Y es que, de hecho, cuando el estrés se etiqueta en positivo la reacción fisiológica de nuestro organismo se asemeja a la de emociones positivas como la alegría o la excitación.

Pero además, el estrés nos hace más sociables. Las emociones como la ansiedad, el miedo o el propio estrés nos llevan a buscar el contacto con otras personas, y en especial con aquellas que se encuentran en la misma situación que nosotros. En definitiva, estar con otros nos puede proporcionarnos seguridad, información, consuelo, o simplemente, un patrón de comparación para evaluar nuestra propia reacción.
Hasta ahí, tenemos que la liberación de oxitocina en situaciones de estrés se relaciona con la búsqueda de contacto interpersonal.  Además la oxitocina, conocida como la “hormona del amor” y “hormona anti-estrés”,  actúa como un antiinflamatorio natural, protege al sistema cardiovascular frente a los daños potenciales del estrés, mediante la relajación de los vasos sanguíneos  y contribuye a reducir los niveles de cortisol , la “hormona del estrés” con efectos supresores del sistema inmunitario.

Fuente: Kelly McGonigal, psicóloga de la Universidad de Stanford,